sábado, 4 de diciembre de 2010

 De algo estoy segura. Nadie podrá quererle como le quiero yo, nadie podrá adorarle de ese modo, nadie sabrá advertir hasta el menor de sus dulces movimientos, aquellos gestos imperceptibles de su cara. Es como si sólo a mí se me hubiera concedido la facultad de ver, de conocer, el verdadero sabor de sus besos, el color real de sus ojos. Nadie podrá ver nunca lo que yo he visto. Nadie será capaz de amarle, capaz de verle verdaderamente, de entenderle, de respetarle. Nadie se divertirá con esos tiernos caprichos mas de lo que yo lo estoy haciendo.

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